Quito es un territorio de quebradas ricas en biodiversidad
Quito cuenta con un Sistema de Quebradas Vivas, establecido en junio de 2012 por el Concejo Metropolitano como patrimonio natural, histórico, cultural y paisajístico de la ciudad, ya que en ellas también habita una amplia variedad de biodiversidad. Esto implicó que el cuidado, rehabilitación integral y mantenimiento de quebradas sea una tarea prioritaria, a fin de prevenir los riesgos inherentes y brindar a la ciudadanía lugares de alta calidad ambiental, cultural y recreativa. Las quebradas reciben cada vez más atención como unidades de paisaje, por la gestión de riesgos, por temas de higiene y salud pública. Pese a la disposición oficial de mantener en buen estado a las quebradas, su condición de riesgo y deterioro es evidente, ya que siguen siendo zonas de destino final del sistema de alcantarillado de la ciudad, reciben gran cantidad de basura y escombros, son aprovechadas como espacios para rellenar y construir en forma irregular y son áreas inseguras para recorrerlas.
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Pero existen casos como la quebrada del río Monjas, en La Josefina, o la quebrada Aglla, en Iguiñaro, donde la comunidad se ha involucrado para conocer mejor estos entornos naturales donde encuentran flora y fauna nativa variada que representan la principal esencia del patrimonio natural de esas zonas. Y una de las habitantes de las quebradas, a la que puede encontrarse entre matorrales o cerca de fuentes de agua como canales de riego, pozas, riachuelos, lagunas o ciénagas es la rana marsupial (Gastrotheca riobambae), una especie cuyo estado de conservación es Vulnerable en la Lista Roja Anfibios del Ecuador y En Peligro en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. Por lo tanto cuidar las quebradas de Quito, es cuidar especies nativas tan importantes como la rana marsupial y muchas más que componen la rica biodiversidad de la ciudad.
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La rana marsupial es una especie endémica y emblemática
Gastrotheca riobambae habita en los bosques montanos y valles interandinos húmedos y secos del norte y centro de nuestro país, entre las provincias del Carchi y Chimborazo, desde los 1800 a los 3220 m.s.n.m. Esta versátil especie de rana marsupial ocupa diversos tipos de hábitats naturales, adaptándose incluso a vivir en ambientes como zonas agrícolas, potreros, jardines y parques urbanos (Chasiluisa et al., 2020).
La persistencia de esta especie depende de la conservación de su microhábitat, el cual puede representar desde un pequeño remanente de arbustos, un árbol con plantas epífitas como huaycundos o bromelias, que son sus refugios naturales, hasta cuerpos de agua estancada o de corriente lenta, indispensables para el desarrollo de los renacuajos. La pérdida y fragmentación extrema del hábitat, la contaminación, el cambio climático global y las enfermedades infecciosas han sido identificados como los principales factores que amenazan la supervivencia de la rana marsupial (Chasiluisa et al., 2020).
La rana marsupial es de tamaño mediano a grande, con una gran variación en coloración entre verde y marrón, con o sin manchas verdes o cafés y vientre crema o gris, con o sin manchas marrones. Entre sus principales características físicas, detalladas en Bioweb, destacan su cuerpo robusto, cabeza ligeramente más ancha que larga, parte superior de la cabeza plana, tubérculos en los párpados superiores ausentes, hocico redondeado en vista dorsal y proyectado más allá de la mandíbula en vista lateral.
Respecto a su distribución en el país, se la puede encontrar en las siguientes provincias: Bolívar, Carchi, Cotopaxi, Imbabura, Pichincha, Tungurahua y Santo Domingo de los Tsáchilas, en zonas de Bosque montano occidental y Matorral Interandino. Además, habita en Áreas Protegidas como la Reserva Ecológica Los Ilinizas, Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas, Parque Nacional Cotopaxi, Refugio de Vida Silvestre Pasochoa, Hacienda Zuleta y Refugio de Vida Silvestre Pasochoa.
El Zoo de Quito alberga ranas marsupiales
Al ser la conservación de esta especie una prioridad, el departamento de Bienestar Animal del Zoológico de Quito mantiene un área destinada para conservar algunos ejemplares de rana marsupial, útiles para investigación y proyectos de educación ambiental. Con Quito Biodiverso se ha adecuado un espacio en cuarentena, con condiciones óptimas para garantizar bienestar y monitoreo de las ranas que se mantienen bajo cuidado ex situ, mediante prácticas cotidianas de manejo, con medidas de bioseguridad rigurosas que les mantenga en buen estado de salud y conservación.
Especies que han desaparecido de la ciudad
La expansión urbana, deforestación, actividades agrícolas sin planificación y otras prácticas que han atentado contra el hábitat de ranas, han provocado que tres especies emblemáticas ya no tengan presencia en Quito. El trabajo ex situ todavía cuenta con especímenes para su investigación y desarrollo de proyectos que podrían mejorar condiciones de conservación en el futuro, pero también es necesario que desde la ciudadanía aprendamos a cuidar más las zonas naturales del Distrito, para reducir las amenazas a especies que aún se hacen sentir por su canto y utilidad ecológica para los ecosistemas donde habitan.